HomeLocalesAustin TXUna historia de amor y resiliencia entre padre e hija

Una historia de amor y resiliencia entre padre e hija

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Este reportaje es una colaboración de la Asociación Americana del Corazón para Diario 24h

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“No me siento bien”. Esas cuatro palabras, dichas en voz baja, lo cambiaron todo para Rosalba Andrade. Su padre, Francisco, un artesano de unos 80 años que llevaba décadas construyendo muebles y siendo independiente, rara vez recurría a ella para contarle sus problemas.

“Es el tipo de persona a la que no le gusta molestarme ni preocuparme”, dice, pero ese día, algo fue diferente. Le dolía el brazo izquierdo, estaba pálido.  Rosalba, confiando en su instinto y en sus conocimientos básicos sobre los signos de un evento cardíaco, lo llevó rápidamente al hospital… una decisión que probablemente le salvó la vida.

Lo que siguió no fue solo una emergencia médica, sino el comienzo de un cambio de vida para Rosalba. Pasó de ser hija, a cuidadora de tiempo completo, de profesional a intercesora de un paciente.

HISTORIA

Ella nació en Ciudad de México, se mudó a Estados Unidos en 1993 para continuar sus estudios. Se licenció en Economía y en 1997 empezó a trabajar en una empresa en la que pronto cumplirá 30 años. Aunque su vida profesional ha sido estable, su vida personal ha estado marcada por muchos cambios y responsabilidades.

“Siempre vivimos los tres juntos: mi madre, mi padre y yo”, cuenta, pero en 2013 a su madre le detectaron cáncer de ovario y dos años más tarde falleció.

A partir de ahí, Francisco volcó su energía en el trabajo de la madera, incluso después de cumplir 80 años, pasaba días enteros creando dentro del taller.

SÍNTOMAS

Pero a principios del 2021, algo cambió. Una mañana, Francisco despertó a su hija porque no se sentía bien, algo que no solía suceder. “Me dijo que sentía dolor y le pregunté si le dolía el brazo izquierdo. Esa fue la pista”. Lo llevó de inmediato al hospital, donde  descubrieron que estaba a punto de sufrir un ataque cardíaco, pero lo detectaron a tiempo y le implantaron un par de stents en el corazón.

Su salud ya no es la misma, ahora necesita de un andador para caminar, pero aun así sigue adelante. “Es una persona positiva”, dice su hija.

CUIDADORA

Rosalba asumió el rol de cuidadora de su padre. Se encarga de sus medicamentos, asiste a todas sus citas médicas, y se preocupa de que esté seguro y reciba apoyo. Ella dice que “son un equipo”.

El peso emocional de ser cuidadora es algo a lo que Rosalba no rehúye. “A veces me siento con poca energía, pero 30 minutos después, me siento mejor. Hacemos lo que podemos para seguir adelante”.

Según ella, a Francisco aún no le gusta preocuparla. “Incluso ahora, no quiere molestarme.  A menos que algo esté muy mal, no dice nada”. Aun así, su vínculo es fuerte y los ha ayudado a mantener el rumbo. Ella, por su parte, insiste en la importancia de la proactividad, por eso aconseja “conoce los síntomas, no hagas caso si te dicen que no importa. Ve al hospital”.

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